FUENTE: mapuexpress.org
Diversos medios de comunicación anunciaron el trágico volcamiento de un bus a finales de noviembre en Victoria (Región de La Araucanía), accidente fatal para once lagmien y wenui de Tirúa (Región del Biobío), que desde sus distintos conocimientos permitieron revalorar la cultura mapuche y propiciar un diálogo intercultural en salud, desempeñándose como Lawentuwugelu (agentes de salud) siendo considerados Tesoros Humanos Vivos, gracias a la gestión de funcionarios de salud que crearon el sistema de salud intercultural en la comuna, para revalorar sus raíces y el conocimiento ancestral.

El duelo aún acompaña al poblado costero de Tirúa, donde las relaciones interculturales han permitido una convivencia armoniosa entre mapuche y campesinos, quienes han sido testigos del legado que dejaron los lawentuchefe Carmen Pilquiman, Prosperino Huenupil, Albertina Lillempi y Esterlina Marihuen, reconocidos durante el año 2014, como Tesoros Humanos Vivos por la Unesco y el Consejo de la Cultura y las Artes, llevando el conocimiento mapuche a diversos territorios.

Este don les permite curar y atender a toda la comunidad tiruana, desde antes de la llegada del Cesfam y el sistema de salud occidental, la medicina ancestral les fue otorgada por un “don” divino, traspasado desde sus antepasados y que volverá en sus descendientes para seguir atendiendo los malestares físicos y espirituales de sus vecinos y amigos, quienes son testigos de la sabiduría de quienes dedicaron su vida a sanar a otros.


LOS LAWENTUCHEFES ENSEÑAN EL CAMINO AL KIMUN MOGEN DESDE LA FORMA DE VIVIR DE LOS “ANTIGUOS”

En una conversación íntima conocimos a Albertina Lillempi, quien nos relató pasajes de su vida y cosmovisión que registramos en una entrevista publicada en mapuexpress. “Yo siempre quise que se conociera al Pueblo Mapuche, que también tenemos lawentuchefes y lawen, que los Mapuche no sabemos leer mucho, pero si sabemos muchas cosas de parte de la cultura Mapuche”, anhelo que vio concretarse, enseñando la cultura a las nuevas generaciones, dentro y fuera de las aulas de clases, lugar del cual, fue excluida y discriminada cuando niña por hablar mapuzungun. Razón por la que se dedicó a trabajar junto a la Oficina de Protección Infantil (OPD) por los derechos de los niños y niñas de Tirúa.

Junto a ella, otros lawentuchefes entregaron su vida a la búsqueda del kimun mogen (buen vivir), para enseñar a vivir saludablemente, de esta forma trabajaban juntos enseñando la cultura, recolectando hierbas y compartiendo algunos de sus saberes con médicos y funcionarios del sistema de salud. Algunas experiencias de vida quedaron registradas en el libro “Lawentuwun Trurwa Mapu Mew, La Salud en el territorio de Tirúa”.

Este libro fue sistematizado por el sistema de salud de la comuna y editado por el historiador Pablo Mariman, en sus páginas la voz de lawentuchefes y funcionarios de salud se mezclan para narrar el camino emprendido para construir un diálogo intercultural en salud, que traspasó los límites comunales.

Su afán los llevó a presentar el libro en las principales ciudades del sur de Chile y en Santiago, donde destacamos la interlocución que realizó Properino Huenupil: “El pensamiento de nosotros, de los lawentucheves, quinche y componedores de huesos, cuando nos hemos reunido, es ¿Cómo nosotros logramos que nos entiendan los gobiernos?, que nosotros somos personas muy importantes, porque no habrá médico que sea capaz de sanar el espíritu”. En su rol de Quinche (sabio) enseñó a niños, niñas y jóvenes la espiritualidad y la cultura mapuche; formando a jóvenes del Liceo Trapaqueante en la práctica del palin y del mapuzungun; como autoridad política propicio todos sus discursos públicos en lengua mapuche, instancias donde traducía para enseñar, en una perfecta pedagogía, la cultura de la nación mapuche.


FUNCIONARIOS DE SALUD PROPICIARON EL DIÁLOGO INTERCULTURAL Y ACABARON CON FORMAS DE RACISMO DE LA MEDICINA OCCIDENTAL

Para que la cultura cambie se necesita de personas valientes que abracen el cambio, de esta manera construyeron una nueva historia los integrantes del sistema de salud y del Cesfam de Tirúa, propiciando la apertura al conocimiento ancestral dentro del hospital, acabando con prácticas arcaicas de persecución y exclusión que en la historia se habían impuesto hacia lawentuwugelu (agentes de salud).

Los nombres de Ana Colipi, Carlos Martínez, Rosa Manquecura y Amalia Carinao son parte de la nueva relación intercultural en salud, proyecto al que dedicaron su vida, derivando a personas enfermas a los agentes de salud, y éstos derivando para ser atendidos en el hospital; reconociendo como válido y veraz el conocimiento de los lawentuwugelu, y otorgándoles mejores condiciones de vida.

Ana Colipi, participó en su juventud en el movimiento que propiciaban los estudiantes del Hogar Mapuche Pegun Dugun, mientras estudiaba en Concepción, de ese lugar decidió regresar a su comuna con el interés de revalorar su ser mapuche, como quedó registrado en el libro “La salud mapuche en territorio de Tirúa”:

“Yo Salí de mi casa a los 12 años fui y estudié en Cañete pasé un periodo por la iglesia y resulta que después nos fuimos a Concepción y nos reencontramos la mayoría que éramos de esta comuna y teníamos la vivencia parecida: el sacrificio, el ser Mapuche, el participar en los guillatún, en los eluwun (funerales) (…) se daba la discusión de porqué éramos mapuches y era tema el cambio del gobierno militar al supuesto gobierno democrático. Para muchos de nosotros fue nuestra escuela porque nos enseñaron primero sentirnos mapuches, por qué éramos mapuche y porqué teníamos que reforzar nuestra identidad, después teníamos que estudiar, hacer nuestra vida”.

Su noble visión fue compartida por otros profesionales del sistema de salud, que nacidos en grandes ciudades, desconocían la sabiduría mapuche, y debieron aprender a desaprender las prácticas que excluían otros saberes de la medicina.

Para Carlos Martínez, Kinesiólogo de profesión, la labor de los gutanchefes (componedores de huesos) marco su vida: “Como yo venía de la universidad no conocía lo de la interculturalidad, entonces igual fueron cosas que me chocaron, me costó en un principio, pero fue bueno, me tocaba trabajar con los componedores de huesos del sector norte, eran tan simpáticos los caballeros buenos para la talla, nos llevamos súper bien ( … )con el tiempo tuve la suerte de ver en vivo trabajando los agentes de salud, no todos tienen esa posibilidad, o sea mientras estaba en la casa veía como llegaba el paciente y lo iba a buscar, como lo atendía, todo el procedimiento. Con mi celular sacaba fotos, grababa. Me empezó a gustar el tema de los componedores de huesos”, entrevista que brindó para el libro de salud realizado en la comuna.

Junto a ellos, abandonaron su forma material, Amalia Carinao técnico paramédico que participaba junto a otros profesionales en el servicio de Salud Intercultural de la comuna, misión que compartió Luis Viluñir, informático de la Municipalidad de Tirúa, que con su carácter amable trabajó arduamente para mostrar la comuna al mundo. Por su parte, Rosa Manquecura fue en su vida voluntaria de la red “La mano amiga”, que en el sector urbano brindaba ayuda a personas desvalidas para que no fueran marginados de una salud digna, trabajando activamente con el sistema de salud. Junto a ellos, María Vergara y Aylen Huilita emprendieron el viaje cíclico de la vida mapuche, dejando una marca en quienes los quisieron y tuvieron el placer de conocerlos.


La muerte en la cultura mapuche, es una parte del proceso cíclico que es la vida, y recordar y respetar a los ancestros es una parte fundamental de este proceso.


 
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