FUENTE: iglesiadeconcepcion.cl |
Monseñor
Fernando Chomalí emitió una declaración para rechazar las acciones de
violencia, registradas en los últimos días, especialmente, en la zona de
Cañete.
Frente
al lamentable fallecimiento de don Jorge Retamal en Cañete queremos expresar
toda nuestra solidaridad a su esposa e hijas. Comprometemos nuestra oración por
don Jorge. Al mismo tiempo lamentamos profundamente la escalada de atentados
que en este último tiempo se está viviendo en el país. Ello nos debe llevar a
rechazar claramente y sin ambigüedades la violencia, venga de donde venga. La
violencia sólo engendra más violencia y trae consigo destrucción y muerte que
la inmensa mayoría de los chilenos no queremos.
Para
terminar con este flagelo que mantiene atemorizada a la población resulta
urgente recomponer el tejido social de nuestra patria, comenzando por quienes
tienen responsabilidades en la sociedad. La desconfianza mutua, la corrupción
que se ha ido extendiendo en el país, sumado a grupos importantes de personas
que se sienten excluidas de la sociedad, constituyen espacios privilegiados
para engendrar personas capaces de atentar en contra de personas inocentes.
Ninguna
causa, ni la más noble, se puede realizar a costa de vidas humanas. El camino
de la violencia que emprenden algunos es el síntoma más evidente de una
sociedad que perdió el norte y que está enferma. La violencia, injustificada
por cierto y rechazable, se ha levantado como forma de presencia y
reivindicación social. Sin duda alguna que el sistema social imperante donde se
valora más al individuo que a la comunidad ha llevado a que muchos opten por
este camino que tanto dolor ha causado.
Es hora
de un gran acuerdo nacional frente a los temas que generan conflicto,
desacuerdos y dolor en nuestro país. Es hora de dejar de lado rencillas
personales y enfrentar con realismo la realidad de una sociedad herida que
sangra y que supura.
Si
queremos que no haya más violencia y no lamentar más muertes, hemos de generar
una nueva sociedad que gire en primer lugar en torno a la persona humana, única
e irrepetible, sagrada a los ojos de Dios, a sus derechos y a sus justas
demandas, que muchos han visto postergadas por años y años.
Espero
que Dios, rico en misericordia y sabio nos anime a trabajar por la paz
verdadera, la que es fruto de la justicia, y la fraternidad sincera que es
fruto de reconocernos como hijos de un mismo Padre que nos ama entrañablemente
a todos por igual.
+Fernando
Chomalí